London: los dos hoteles donde me alojé y sus barrios

Por fin me organicé y decidí a contarles sobre los dos hoteles en los cuales me alojé. Mencioné algo al comienzo de mis posteos y los dejé con la intriga sobre el resto. Bien, hoy es el día. Uno de ellos es altamente recomendable. El otro no. Quedó un post larguito así que se preparan un té o la bebida de preferencia y se acomodan tranquilos.

¿Por qué los elegí? Solo tenía un par de recomendaciones de hoteles pasadas por amigas que ya habían estado alojadas allí. Uno de ellos no figuraba entre los hoteles disponibles en la web donde hice las reservas, así que quedó descartado. El otro lo dejé en espera, para ver cómo organizaba fechas, viajes, etc. Pero como para planear todo necesitaba un punto de partida, me tiré a la pileta, después de hacer mil búsquedas agotadoras y frustrantes. Para la primera semana reservé en un hotel al azar que aparentaba lindo, en nada más ni nada menos que Notting Hill. Al menos conocía la zona por la película. Y la idea de pasarme una semana allí me llenaba de ilusión y excitement (disculpen que use esa palabra en inglés. No encuentro un equivalente exacto para traducirlo. Entusiasmo no es lo mismo en mi cabeza. ¿Emoción?). Ante de concretar la reserva online busqué su sitio web, miré fotos, pintaba bien, limpio, buena ubicación, y por ese precio no iba a conseguir otra habitación single con baño privado y desayuno incluido con facilidad. Esas webs de reservas te apuran, te corren con que no quedan más disponibles, que se vence la oferta en tantos minutos y me pegué tal estrezaso solo con eso que me entregué a ciegas a lo que el destino me pusiera en mi camino. Y parece que mi intuición no me falló esa vez pues Hotel Bluebells era UN AMOR.


Un caserón antiguo de varios pisos, con un desayunador/sala de estar renovado, ambiente muy familiar, un staff super atento, agradable y servicial, limpio, con TV y wifi en la habitación, ¿qué más podía pedir? La ubicación era inmejorable porque tenía la estación de subte a la vuelta de la manzana, sobre Notting Hill Gate, la high street de ese barrio, que estaba muy nutrida de negocios útiles para el viajero y los locales. Y a pasos de Portobello Road, la columna vertebral del Notting Hill famoso, de las fotos y la película. Lo increíble era que la calle donde estaba el hotel, Pembridge Square (la menciono y el corazón me late fuerte), era muy silenciosa, frente a una plaza (privada, para los residentes, que lucía toda la gama de colores otoñales) y en un sector residencial. Pero, si caminabas una cuadra y media hacia NHG, te encontrabas con el vértigo del tráfico, la gente, los buses. Perfecto. Ideal. Cada vez que volvía al hotel y caminaba esos pocos metros desde la estación, notaba cómo iba menguando el bullicio y empezaba a escuchar el crujido de las hojas secas en la vereda, la brisa otoñal moviendo la copa de los arboles, los pajaritos... ¿ya los enamoré? Yo no tardé ni media hora en sentirme a gusto, tanto en el barrio como en el hotel.

esa puerta naranja era el hotel

El día que llegué, como faltaba bastante para la hora del check in me permitieron guardar mi equipaje mientras yo hacía tiempo y paseaba por el barrio. Y luego me dejaron tomar la habitación una hora antes porque ya estaba limpia y lista. El staff se comprendía en su totalidad por inmigrantes (o descendientes). El conserje de día tenía rasgos árabes, con acento tal vez de Pakistán o India. El negro alto simpatiquísimo de la noche, africano. Las chicas que servían el desayuno y limpiaban, de Rusia e Irán. Nunca supe sus nombres. Cuando terminaban sus labores, me las encontraba en la sala de estar, charlando por Skype con sus parientes, en sus idiomas nativos. Yo iba a bajar las fotos de la cámara a un pendrive, aprovechando la PC moderna de acceso libre. Quizás a otra persona le molestara ese detalle pero a mí me daba calidez de hogar, y se las veía felices, de estar en contacto con sus seres queridos. Todos siempre me atendían con una sonrisa y el negro, cada noche cuando volvía de mis paseos, me preguntaba cómo me había ido. Los pasajeros del hotel eran familias, matrimonios grandes, grupos de jóvenes, alemanes, españoles, muchos yanquis (que son bastante loud y se hacen notar), no recuerdo haber visto ningún latinoamericano.

yo solo desayunaba esto pero había yogur, cereales, frutas,
 pan negro, café, jugo, etc.
El pan de molde allá es ¡GIGANTE! y exquisito


La habitación en sí, con excelente vista a la calle, era espaciosa aunque la cama doble ocupaba bastante del lugar. Yo hubiera preferido tener una mesita y silla que una cama doble pero no había elección. Era una cama enorme, confortable, había un roperito, baño con ducha, secador de pelo. En la mesa de luz tenía una pava eléctrica mini, con dos jarros, y todos los días me dejaban saquitos de té, café instantáneo y leche, lo cual me hacía sentir como en casa y me salvó más de una vez para completar una cena o reforzar un desayuno demasiado temprano.

obvio, el primer sábado miré Doctor Who live on the telly!


En la cuadra del hotel, llegando a la esquina derecha, había un lavadero de ropa y una café simpático con mozo idem (loquieroacá). Y un buzón rojo encantador, donde despaché unas postales. Antes de viajar a Norwich (lo cual hizo de bisagra entre las estadías en distintos hoteles) pedí si me permitían guardar algo de equipaje por pocos días y accedieron sin cobrarme un peso extra, considerando que ya había dejado la habitación. Cuando volví a buscar mis cosas me atendió el conserje de día, con la misma amabilidad de siempre. Y me fui rumbo al nuevo hotel, llorando de pena y nostalgia porque la semana que pasé en Notting Hill Gate fue la más feliz de MI VIDA.

la vista desde mi pieza. todos los días abría las cortinas y amanecía con este espectáculo

el cine del barrio, Gate Cinema, donde fui a ver "Brooklyn" el último sábado en London

lo que tenía "a la vuelta". A la derecha casi escondido, ¡mi Waterstones!

ese frente vidriado era un restaurante de Jamie Oliver, llamado Recipeasy, que cerró en diciembre.

el café de la esquina, The Hill Café, donde comí dos veces. Mis primeros eggs benedict con té un mediodía, y café americano con pastei de nata el día que volví al barrio a buscar mis cosas (y no me quería ir)


El hotel de la segunda semana en London, llamado My Place, en la zona de Earl's Court, se develó pesadillezco en pocos minutos. Ese fue el dato que me había pasado otra amiga y que había dejado en espera. Ella se había alojado allí unos meses atrás (en primavera) con sus padres y le había parecido lindo. La web era engañosa y yo, cansada de navegar los mares de reservas y no dar con el precio, disponibilidad ni fecha indicados, nuevamente me entregué a la buena fortuna y lo reservé, sabiendo que tenía el visto bueno de amiga. Y aquí le erré como a las bochas. Cosas que pasan. ¿Por dónde empiezo? De entrada el edificio no me gustó ni medio por dentro. Se veía antiguo feo, deteriorado. Tuve un bad feeling enseguida que crucé la puerta. La habitación que me dieron era tan pequeña que no quedaba lugar para caminar ni apoyar la valija en el piso. Y la calefacción estaba tan alta que en vez de Londres en otoño parecía el Caribe. Haría, fácil, 30º allí dentro. Un espanto. Pedí que me cambiaran de habitación, con esos dos argumentos, y la conserje  me pasó a otra, en el primer piso. Allí el espacio era más razonable, hasta una heladerita había (dentro de un mueble, la cual debía desenchufar cada noche porque el ruido era molesto y al final nunca usé). Después de retirar mis bolsos del otro hotel y despedirme de NHG me instalé en la nueva habitación, ya lamentando mi falta de tino. Ok, a la distancia una no puede saber a ciencia cierta qué tan bueno será. La primera me salió bien, la segunda no. Lo que a una persona le parece aceptable a otra le puede parecer UNA PESADILLA.

esta foto la saqué el primer sábado en London sin saber que ese sería mi próximo calab... hotel.

tristeeee. detrás de esa cortina espantosa había una ventana que daba al patio trasero

y esta era la vista desde esa ventana. meh. 


Los inconvenientes no cesaron allí sino que se multiplicaron, a saber: de la bañera, cada tanto, salían unos bichitos tipo cucarachitas. Una vez el servicio de mucama pasó de largo mi habitación. Otra, se olvidaron de dejarme toallas (ni limpias ni usadas). Al día siguiente no renovaron jabón ni shampoo. La clave del wifi del hotel se vencía cada 24hs más o menos y debía ir a recepción a solicitar una nueva, que era provista al azar por una maquinita. A veces eso podía pasar a las 23.30 cuando ya estaba en pijama dentro de la cama. Una noche la máquina que habilitaba las llaves magnéticas no funcionaba y no podía entrar a mi habitación. La calefacción la habían apagado por completo porque los pisos superiores se sofocaban de calor y yo, en el primero, me congelaba. Me prestaron un caloventor mugriento que no funcionaba. Durante varias noches, en la pieza contigua, se alojó un hombre - ¿el dueño tal vez?- que gritaba en sueños durante largo rato y hacía los ruidos más bizarros posibles. El sábado a la noche el boliche bailable que funciona en el subsuelo -y es del mismo dueño del hotel- arrancó la joda a las 22hs, con la música al palo y hasta las 2am no pararon.

la high street del barrio, Earl's Court


insisto, todas estas fotos de lo que rodeaba al hotel las saqué el primer sábado, ajena a que ese sería puntualmente mi derrotero por una semana entera :P de esa esquina naranja (Nando's), unos metros hacia la izquierda estaba el hotel.
Exceptuando las dos conserjes simpáticas, una italiana eficiente y una española charleta que me chusmeaba los líos internos, el resto del staff era errático, variable, no proveía buena atención y se notaba que no trabajan a gusto allí. La española luego me puso al tanto de que el dueño - un pakistaní con plata- explotaba y maltrataba a las mucamas, que hacía caso omiso de las repetidas quejas de los pasajeros porque siempre tenía buena demanda y otros chusmeríos de novela colombiana que se los voy a ahorrar. El teléfono de la pieza no funcionaba. El desayuno era variado pero ponían las cosas autoservicio (fiambre, frutas, yogures, mermeladas, leche) en platos y bowls al descubierto y me daba mucho asco (igual yo no como nada de eso, solo té y tostadas con manteca). Tardaban bastante en traerme las dos malditas tostadas, y la infusión te la tenías que servir vos mismo de un dispenser antiguo de metal, del cual cada tanto, junto con el agua caliente, caían basuritas oscuras. Ah, y en este ni soñando tenía una pava eléctrica en la pieza. El hotel era más grande y no tenía ambiente familiar. Vi mucho pasajero del tipo "hombre de negocios", asiáticos que desayunaban haciendo ruidos desagradables y otra gente que no me hacía sentir cómoda. Por momentos parecía un conventillo. Como podrán imaginarse tenía suficientes motivos para A. llorar desconsolada B. irme de nuevo al hotel de NHG. Pero ya había pagado la estadía completa al hacer el check in y, si bien la conserje me dijo que si avisaba con anticipación, me podían cancelar la reserva y devolver el dinero en la tarjeta, no me dio confianza y opté por quedarme, a pesar de todo, porque tampoco tenía seguridad de conseguir habitación en el otro hotel por la misma tarifa rebajada. Iba a ser otro contratiempo que podía ahorrarme. Me la banqué como pude, pasando el menor tiempo posible en el hotel. E ignorando los bichos que seguían saliendo de la bañera, a pesar de que hice la queja correspondiente. La zona del hotel no era tan linda y, comparada con NHG, le faltaban MUCHAS cosas. Abundaban los pubs y restaurantes pero los supermercados eran feos y como me disgustaba todo alrededor es probable que lo poco bueno de la zona me haya pasado inadvertido.  También tenía una estación de subte cerquita (Earl's Court), a media cuadra, un Pret, Starbucks, Greggs, Costa y paremos de contar. No recorrí mucho más alla de las cercanías del hotel. Fue un cambio violento de 180º, pasé de un lugar ideal, inesperadamente hermoso y agradable al... HOTEL TRANSYLVANIA (así lo bauticé ni bien las pesadillas empezaron a suceder). No le recomendaría este hotel ni a un enemigo, ¡ni al empleado del Correo Argentino que se roba mis cartas desde hace años! Me pasé horas, días, semana entera, sufriendo por mi mala decisión y por extrañar la veleidades del primer hotel. Esa semana "complicada", día por medio, después de pasear, volvía a NHG - que quedaba a solo dos estaciones de Earl's Court- hacía una parada técnica, me llenaba de lindos recuerdos de nuevo, una vueltita por mi Waterstones adorado y, con la cabeza gacha y algo para cenar, volvía al conventillo de los bichos y la pieza fría.

los bichitos quedaron para la historia. También los bauticé. Ese era Bernard. El otro, not pictured, era Johnny. 

Ustedes podrán pensar que exagero un poco pero no. Les juro que fue todo así, funesto. Ciertamente no era My Place, at all.

Ahora les paso los datos concretos de ambos hoteles, uno para que lo tengan en cuenta si están por viajar y el otro para que lo eviten DE TODAS FORMAS. Pueden googlearlos para mayores datos.

Sí! Sí! (y me lo acuerdo completo de memoria)
Bluebells Hotel
14 Pembridge Square
Notting Hill Gate

Nooooo!
My Place Hotel
1-3 Trevobir Road
Earl's Court

Si obvié algún dato que precisan saber me preguntan y yo les respondo encantada. 

Mañana, ¡otro post! y así todos los días todos hasta el 23.




Comentarios

  1. Aunque la vista interna de My Place me parece bastante simpática, no puedo creer el HORROR de la cama, el respaldo y esas cortinas! Creo que me hubiera comprado una bolsa de dormir y habría dormido sobre la cama, bien resguardada de esas telas y esos bichos!
    Y todo esto después de haber estado en el otro tan lindo, que tristeza, te compadezco.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. afortunadamente los bichos no salían nunca de la bañera xD

      Borrar
  2. Me hiciste acordar a mi pesadillezca estadía en el Hotel Sevilla de La Habana vieja. Aunque lo mío fue un poco más corto, un día y medio cuando llegué, y uno más antes de irme (y ese último no estuvo malo, me dieron una habitación mucho más linda y mejor, porque recordaban mis inconvenientes al llegar). Yo llegué a largarme a llorar en la conserjería. Llorar posta. Qué horror. Qué horror los bichos!

    ResponderBorrar
  3. Mi hotel en Londres también estaba cerca de la estación Earls Court aunque afortunadamente no fue el mismo que el tuyo. :p

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Gracias por leer y comentar