A Full: una oda al café

Durante el verano pasado (desde antes, en realidad) pasé muchas horas en el café de la YPF cercana a mi casa. No es gran cosa, lo sé. Es una estación de servicio, después de todo. Un lugar de paso y sin encanto, algo quedado en el tiempo porque no ligó actualización de mobiliario aún. Pero sirven un café muy rico y bien preparado. Abren todo el año, de lunes a lunes, las 24hs. Hay aire acondicionado (a veces, demasiado) y vidrieras con "buena vista" (cielo, árboles, me conformo con poco). En ocasiones hasta enganchaba un empleado que ponía el canal de música de los 80 en el TV y podía guardar mis auriculares. En Punta Alta no hay cantidad de cafés y mucho menos en pleno verano. Acá no queda ni el gato. Solo yo. Arrastrándome por las veredas bajo el sol abrasador, en busca de refugio y distracción. El YPF Full era mi opción más aceptable, a falta de algo mejor.


He leído varios libros allí. Trabajé un poco también. Escribí cuadernos y escuché discos. Devoré decenas de medialunas, que normalmente son riquísimas. Incluso esa semana de principios de marzo, con ola de calor, día tras día de 40°C, iba igual al atardecer, a mirar la luna, sentada en la mesita de afuera.


Hasta que empezó la triste cuarentena y todo quedó en pausa. Cerrado. Vacío.


Esta semana, después de algunos meses de solo take away, reabrieron sus puertas al público y es LO MEJOR que me pudo pasar.



Comentarios

  1. This is all so lovely! And I understand well how even places that are not that "pretty" might be of help. I usually have Lisbon right here, but with the lockdown, I'm stuck in the suburb. Here's to better times!

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